El cambio comenzó hace dos años, cuando Uriach se trasladó a unas nuevas oficinas. En total, unas 160 personas pasaron a trabajar en un nuevo espacio compartido con otras compañías. El traslado implicaba adaptar muchos procesos, pero había algo que no podían permitirse perder: el servicio de fisioterapia.
“Cuando hicimos una encuesta, el servicio de fisioterapia era uno de los más demandados. La gente nos decía que lo necesitaba, que tenía un gran valor añadido para su día a día. Lo teníamos en las oficinas antiguas, y no queríamos renunciar a eso”, explica Íñigo Domínguez, responsable de Relaciones Laborales, Compensación y Beneficios.
El reto era adaptar ese servicio a una oficina que no era 100% suya, sino una propiedad compartida. Desde FisioReact transformamos esa necesidad en una propuesta a medida.
Más allá del tratamiento: conciencia corporal y salario emocional
Pasar ocho horas al día, cinco días a la semana, sentado frente a un ordenador tiene un coste. No se ve a simple vista, pero el cuerpo lo nota. Dolores lumbares, contracturas, tensión cervical, fatiga. Y no solo afecta al cuerpo: también afecta a la concentración, el ánimo y el rendimiento.
Para Uriach, la fisioterapia en la oficina es, ante todo, una acción de prevención de riesgos. “Nuestro principal riesgo es postural. Tener un servicio propio de fisioterapia nos permite mitigar estos problemas antes de que se conviertan en lesiones o patologías más graves”, explica Domínguez.
Pero la clave está en cómo se vive el servicio. Aquí nadie se escapa del trabajo para relajarse un rato. Quienes bajan a consulta lo hacen porque lo necesitan, porque han aprendido a escucharse, como explican desde la empresa: “No es un spa. No bajamos a relajarnos. Bajamos porque tenemos una necesidad, y porque sabemos que nos va a ayudar. Es parte de nuestro cuidado personal”.
Esa conciencia corporal se ha ido desarrollando con el tiempo, gracias a la atención constante y al trabajo educativo que el fisioterapeuta realiza con cada persona. “Cada uno tiene sus vicios posturales, sus malas costumbres. Pero con el tiempo aprendes a detectarlas. Yo, por ejemplo, tiendo a encorvarme cuando estoy muy concentrada. Ahora ya lo noto y me corrijo. Me estiro, camino más, hago ejercicios en casa”, cuenta Raquel Degà, Asistente a la Dirección General.
Este conocimiento compartido va mucho más allá del tratamiento físico. Es también una herramienta de empoderamiento: saber cómo moverse, qué evitar, cómo prevenir. “Jesús, el fisio, me explicó que tenía hiperlordosis. Me enseñó cómo proteger la zona lumbar, qué ejercicios hacer, cómo fortalecer el abdomen. Ahora vigilo más mi postura en el día a día”.
El vínculo que marca la diferencia
Uno de los factores más valorados por los empleados es la continuidad del servicio. Jesús, el fisioterapeuta que trabaja con el equipo desde hace más de un año, se ha convertido en una figura clave dentro de la empresa. No solo por sus conocimientos, sino por la confianza que genera.
“Hay un vínculo muy fuerte con él. Es una persona con gran capacidad de retención. Recuerda lo que te pasó hace tres semanas, te pregunta cómo vas, adapta el tratamiento. No es como empezar de cero cada vez”, explica Domínguez. Ese conocimiento acumulado permite que cada sesión sea más eficiente, más cercana y personalizada.
Y esa relación, construida poco a poco, genera un efecto multiplicador. El fisioterapeuta conoce los hábitos, los dolores recurrentes, la historia física de cada paciente. Eso le permite adaptar mejor el tratamiento, anticiparse a posibles molestias y dar consejos realmente útiles. “Algunos vienen por lesiones deportivas, otros por sobrecargas posturales, otros simplemente porque se cuidan. Pero cada paciente es distinto. El tratamiento también”, explica Jesús Pérez, fisioterapeuta de FisioReact.
Jesús insiste en que la clave está en la prevención: “Una musculatura débil sobrecarga los ligamentos, y ahí empiezan los problemas. Lo ideal es mantener el cuerpo en su mejor estado, no venir cuando el dolor ya es insoportable”.
Resultados: Cero bajas y alta demanda
En la actualidad, Uriach registra cero bajas por dolores musculares, un dato que habla por sí solo de la eficiencia de la colaboración.
El servicio se ofrece actualmente tres días por semana, después de haberse ampliado —inicialmente eran solo dos— debido a la alta demanda. Las sesiones se llenan con semanas de antelación, y es raro encontrar huecos sin planificarse con tiempo.
Además, está pensado para que encaje con la jornada laboral: las sesiones se hacen en horario de oficina, sin necesidad de salir del edificio, y con precios asequibles gracias a los acuerdos con la empresa. Para los empleados, no es solo salud física: es también una forma de sentirse valorados. “Es parte de nuestro salario emocional. Saber que la empresa te cuida, que te da recursos para estar mejor, te cambia la forma de trabajar, y de estar en la empresa”, subraya Degà